Y forjada sobre su cuerpo, la armadura se hacia seda, los muros invisibles y no se apreciaban llaves.
De cerca, aquellos anunciados miedos y fobias desaparecian, su mirada se tornaba dulce y se paraba el tiempo.
Como si los dias se detuvieran, 1 dia, 7 o una vuelta al sol, todo permanècia igual.
Mirar sus ojos, leer sus expresiones o escuchar su voz era como estar en casa, como un largo abrazo que encaja perfectamente con la piel.
Muy lejos quedaba aquella caja bajo el mar, aquella caja donde esperaba el secreto mejor guardado.
Muy cerca parecian los mejores sueños, las ilusiones y aquellos bailes alocados…
De cuidar lobos se trata…
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